Un verano de auténtico terror

En este relato seremos testigos del terror que puede vivir una familia entera en una casa heredada por la abuela.  Todo comienza cuando algo extraño sienten nuestros protagonistas nada más entrar por esas puertas enormes como de castillo, a partir de aquí sus vidas no serían igual.

Hace unos cuantos veranos atrás una familia de cuatro miembros (los padres Guillermo y Noelia, un niño llamado Gabriel y la más pequeña llamada Paula) optaron por tomar unas vacaciones un poco diferentes, casi todos los años se iban para la costa a disfrutar del mar, pero decidieron ir a un pequeño pueblo manchego de donde procedía el padre de la familia. Los padres buscaban un poco de tranquilidad y quitarse un poco del ajetreo de la ciudad y de la gente. Por el contrario a los niños no les gustaba la idea de ir al pueblo de la abuela, además, la mujer había fallecido hacía escasos meses.

La llegada

Llegó el día, llenaron las maletas y se pusieron en marcha, eran varios kilómetros, pero el silencio en el vehículo era sepulcral, como bien sabemos los niños preferían otras cosas, divertirse y pasarlo bien. ¿Qué diversión podía haber en un pequeño pueblo con tan pocos habitantes? Su padre les había comentado que iba a enseñarles juegos muy entretenidos, y que iban a olvidarse de los juguetes y las tecnologías en menos que canta un gallo.
Al llegar al pueblo los habitantes allí presentes no les quitaban ojo, su coche les llamaba mucho la atención, era muy vistoso, hasta que no salió el padre de los niños de él mismo la gente presente no lo reconocieron, se acercaron varios vecinos a saludarles, vieron que era el ya no tan pequeño Guillermo de hacía unos años. Siguieron después su camino y a unos cuantos metros bajaron todos del coche y allí estaba la casa, era muy grande, de tres plantas, unos ventanales preciosos y un portón como si de un castillo medieval se tratara, se puede decir que era de las más grandes y antiguas del pueblo, que contaba con bodega y tienda propia, aunque ambas abandonadas.


Nada más entrar por la puerta un olor a cerrado y un viento de desasosiego invadió a la familia, aunque Guillermo vivió allí muchos años sentía que algo no era lo mismo desde que estuvo allí la última vez. Todos entraron por la puerta excepto la niña pequeña, que con unos ojos abiertos y sin parpadear miraba al fondo del vestíbulo, mientras agarraba su peluche con fuerza.
Todos entraron a la vez menos la pequeña, su madre le agarró de la mano y llegaron hasta unas escaleras bastante anchas donde a unos metros se dividían en dos, en la primera planta se encontraban las habitaciones y al otro lado del pasillo el cuarto de baño, que conservaba toallas, jabón y podía percibirse un aroma a colonia, enfrente una despensa cuyo en el interior conservaba alimentos en mal estado, más adelante del pasillo estaba la cocina donde en una mesa se encontraba un pastel podrido rodeado de insectos, una imagen bastante repugnante.
Llegó el momento de instalarse en las habitaciones, Gabriel eligió la antigua habitación de su padre, dentro de ella había juguetes antiguos, un armario de madera con pomos en forma de mano y una cama donde encima de la misma estaba llena de más juguetes.
A Paula no le agradó quedarse con la habitación de muñecas, eran de todo tipo, de porcelana, de trapo, de madera... Eran bastante aterradores y estaban por todas partes, en estanterias, encima del armario y en la cama.
Por otra parte el matrimonio se quedó con la habitación de la difunta abuela, todavía se podía incluso percibir su aroma, en la mesilla de noche había un vaso con la dentadura y una bata en la cama, su muerte fue repentina y parecía como si estuviera todavía allí, pero lo más impactante fue encontrar botellas de distintos tamaños en el armario con extrañas cosas en su interior, parecían pócimas y en otras parecía que llevaban algo sólido como pequeños órganos de animales o algo parecido.
Guillermo le comentó a Noelia de que era normal en la vida de las personas de pueblo tener en casa una pequeña botica, dándole la menor importancia a aquella imagen tan desagradable. Pensaron en como deshacerse de todos esas botellas y objetos tan raro, pero se estaba haciendo un poco tarde y pensaron en hacer una barbacoa en el patio.

Rumores y visiones

Era un poco más de medio día y decidieron instalar una barbacoa que habían traído para comer al aire libre, al final eligieron el patio de casa, bastante amplio, era lo más parecido a un patio de una abadía.
Faltaban algunos ingredientes y Noelia decidió salir a hacer la compra, su marido le indicó por donde se iba a la tienda del pueblo, llegó a la tienda ante la atenta mirada de varios vecinos.
Dentro de la tienda había dos señoras hablando de sus quehaceres pero como si de un fantasma se tratase callaron al ver entrar a la mujer, ella les saludó tímidamente a lo que también aquellas señoras contestaron al unísono.
Mientras miraba por la tienda buscando las especias una de las señoras se le acercó y le preguntó por la casa, le comentó acerca de la misma donde nadie se aproximaba a ella debido a los rumores que había del lugar y sobretodo quien moraba allí, se dice que muchos animales aparecían muertos en los alrededores de la casa, la madre de los niños no quiso darle importancia, aunque las pocas veces que vio a su suegra no hizo muy buenas migas, era bastante mal educada con ella, incluso en la boda recordaba como se levantó en la iglesia y se fue de allí maldiciéndola.

Noelia llegando a la casa mientras estaba absorta en sus pensamientos, sintió unos escalofríos al ver un par de niños blancos en una de las esquinas de la finca, estaban parados mirando, tenían una tez muy blanca y señalaban a una de la zona donde yacía allí un parterre, la respiración de la chica se aceleraba, pensó en que el viaje no le había sentado nada bien. Con un simple parpadeo aquellos niños desaparecieron sin dejar rastro.

La primera noche

Pasaron el día en el patio de la casa, se hacía ya tarde y el sueño ya hacía mella en la familia, cada uno fue a sus respectivas habitaciones, Paula estuvo desde un rato antes sacando a todas las muñecas de la habitación dejándolas en el pasillo, los padres atónitos por la situación lo dejaron estar por esa noche.

3:00 de la madrugada, ruidos extraños se percibían desde el otro lado del pasillo, Paula salió en compañía de su peluche, con él se sentía más protegida, nada más salir estaba su hermano Gabriel, los dos se quedaron mirando al fondo del pasillo, donde recordemos estaba ahora lleno de las muñecas que había ido dejando la niña, haciendo todavía más terrorífico el momento. Llegaron a la zona de las escaleras y cada vez el ambiente era más frío, había algo o alguien al fondo de las escaleras como observando, los sonidos que emitía eran de dolor, como si alguien se estuviera quejando, los niños se quedaron quietos por un momento por el terror de esos extraños gritos. ¡Cuando de repente esa cosa tomó forma humana, parecía una mujer de avanzada edad subiendo las escaleras muy rapidamente haciendo que los niños gritaran y entraran a la habitación de los padres!
Todos se sobresaltaron, los padres no entendían esa entrada tan brusca de los niños. ¡En ese instante tanto ventanas como puertas empezaron a abrirse y cerrarse, era como una mezcla de terremoto con un fuerte viento! Al parar todo ese caos se miraron todos boquiabiertos, Noelia para quitar hierro al asunto comentó en que se quedaran con ellos a dormir esa noche.

El cuarto secreto

Como si de un mal sueño se tratase amaneció y Guillermo decidió irse esa mañana con Gabriel a pasear por la montaña, tuvieron que dejar a las chicas en casa, Paula había despertado con una fuerte fiebre y su madre se quedó con ella cuidándola.
Era pronto, las 8:00 de la mañana se echaron unos bocatas y agua en la mochila y los chicos un poco preocupados por Paula se fueron a pasar el día en las montañas Conquenses.
A media mañana Noelia estaba cuidando de la niña, la fiebre seguía constante, le iba cambiando los paños por agua más fresca, cuando desde aquel armario donde estaban aquellos frascos tan espantosos sintió como una presencia, como un viento que pasaba por detrás de una pequeña abertura en la madera.
Era como si algo o alguien le llamase, podía sentir una pequeña brisa al acercarse, empujó con todas sus fuerzas el armario y no pudo creer lo que estaba viendo, era un pequeño habitáculo polvoriento, al fondo parecía que había un altar, también más frascos de cosas extrañas en su interior, daba mucha impresión el lugar, Noelia no daba crédito a lo que estaba viendo, encima de una de las lejas y entre aquellas pócimas había un recorte de un periódico donde se mencionaba una desaparición de unos niños, el año era desconocido, era difícil leer lo que ponía, tan solo pudo alcanzar a ver las vestimentas de la descripción, ¡Eran idénticas a esos niños que vio el día anterior!


Aquella pequeña habitación era como una prueba del crimen, en otra leja más abajo se encontraba una gran trenza rubia de pelo con un lazo azul en uno de sus extremos y justo a su lado un frasco de cristal bastante sucio con pequeños dientes de leche y lo que parecía mucha sangre reseca haciendo de poso en el mismo. Todo era muy extraño, Noelia empezó a atar cabos, aunque le sonaba muy surrealista, tenía que asimilar todo, ya que desde que llegó todo lo que estaba sucediendo estaba siendo muy impactante, ella no quería admitir en que aquellos sucesos del día anterior tuvieran conexión, pero había otra parte en que quería saber más.
Investigando más a fondo encontró lo que parecía un bastón viejo, pero no era un bastón normal y corriente, en la parte de arriba tenía como un rostro cadavérico, parecía como si ese rostro le estuviera observando, alrededor del bastón llevaba como unos adornos con plantas resecas, Noelia al estar a punto de tocarlo escuchó voces desde la habitación donde estaba la pequeña Paula.
¡Al volver a la habitación Paula estaba levitando encima de la cama, tenía los ojos en blanco y con una voz irreconocible le maldecía comentando en que no tocara ese bastón, que era lo más preciado que tenía!

"¡Deja ese bastón, guarra asquerosa, no vas a arrebatarme lo que más quiero!"

Noelia aún con el pánico agarró a Paula en brazos muy fuerte y la sacó de la habitación, salieron las dos a la puerta de la casa esperando el regreso de los chicos.


La visita al Dr. González

Sobre las 14:00 horas, Guillermo y Gabriel llegaron a casa, sorprendidos encontraron a las chicas en el portal, Noelia le explicó largo y tendido a su marido de lo sucedido, el todavía no podía creérselo, le enseñó la habitación y todos los objetos que allí habían, la cara de Guillermo poco a poco se iba convirtiendo en una mueca de asombro, se quedó totalmente sin palabras a lo que le recordó varios sucesos extraños que hacía su madre, como que compraba animales de todo tipo para hacer ella misma la carne y lo que le parecía más impactante, que le recogía muestras de sangre cuando era niño para saber que propósitos. El siempre pensó en que era algo normal y de costumbres antiguas de una mujer boticaria.
Al salir de la casa Paula empezó a mejorar, pero aun así fueron a visitar al médico del pueblo, llegaron a una casa que parecía abandonada, en la misma puerta había una placa al nombre de "Dr. González".
Tocaron al timbre y desde una de las ventanas más cercanas a la puerta se movió una de sus cortinas, les dijo que enseguida les abría. Al entrar la casa tenía un aspecto lúgubre, con varios carteles y murales de enfermedades con fotografías, en uno de los rincones un esqueleto a tamaño real y el típico olor a desinfectante.
Pasaron a hacerle un reconocimiento a la niña, (el doctor que no era muy simpático) les dijo que era un simple catarro que no se preocuparan, a lo que su madre le dijo que había algo más que se estaba comportando muy extraño, a lo que el doctor le contestó que la niña guardara reposo. Regresaron a casa, estaban todos muy taciturnos, en especial Noelia, nadie más que ella iba a entender esa situación.


El regreso de los niños fantasma

Llegó la noche, parecía más tranquila que las demás, pero los niños no querían dormir solos a lo que volvieron a dormir con sus padres. Paula parecía que estaba mejorando y su madre quería ver minuto a minuto como iba evolucionando.
Al caer la madrugada Noelia despertó entre pesadillas, donde en una de ellas salían los niños fantasma que vio el otro día. ¡Al abrir los ojos estaban esos niños allí, le dijeron que se deshiciera de ese maldito bastón!



"¡Ese bastón, está corrompido, rómpelo!"

Noelia al reincorporarse en la cama toda esa visión desapareció, y justo en ese momento Gabriel que parecía que todavía estaba despierto le dijo que esos niños estaban en la casa desde que llegaron. Noelia asombrada le comentó a Gabriel que siguiera durmiendo que no pasaba nada.
La chica salió a tomar el aire, pero tenía en mente una cosa, quemar ese bastón y deshacerse de todo lo que había en esa pequeña habitación. Es lo primero que hizo al amanecer.


Todo acabó... ¿o no?

Noelia fue poco a poco sacando todas las botellas y limpiando ese habitáculo, en el momento en que tuvo que agarrar ese bastón empezó a encontrarse mal, como si una fuerte depresión le invadiese, una tristeza enorme por algo que ella desconocía, pero de pronto también sentía odio y rabia. Prendió la chimenea y quemó ese maldito bastón. Por un momento una angustia le hizo llorar incluso, parecía que todo había acabado.

Pasaban los días y seguían sintiéndose extraños ruidos y visiones, los niños eran los que más sentían todo esto, pero llegó un momento en que Guillermo se empezó a comportar diferente, era una situación insostenible, decidieron marchar y con el paso del tiempo poner la casa en venta, aunque a día de hoy nadie se ha interesado por ella.

¿Qué fue de los niños desaparecidos, están en aquel parterre donde les señalaron a Noelia? ¿Realmente acabó todo? ¿Comprarías una casa con sucesos de esta índole?


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