"¡Quiero lo mío!"


Esta historia ocurrió a últimos de los años 60 en la cuidad de Villena.
Todo comenzó cuando una familia manchega (cuando el auge del calzado en nuestra comarca) se vinieron a vivir a nuestra zona como muchas otras familias que no tenian trabajo en el lugar de sus residencias y tenían que ganarse el jornal en otros lugares.
Se escuchaba música a lo lejos al llegar a la entrada de la ciudad, ¡eran las fiestas de Villena! Fue día 5 de Septiembre, las calles engalanadas de banderas y luces, la familia aprovechó para dar una vuelta antes de ir a su nueva casa, todos ellos con una gran sonrisa en sus caras. La abuela, el marido, la mujer y el hijo, cansados, fueron a dormir a su nueva casa, un caserón muy bonito, algo antiguo, pero claro, no se le podía pedir más a una familia humilde.
Pasaron los días normalmente, aunque con una extraña sensación de no acomodarse bien del todo en esa casa, cuando entraban por la puerta sentían siempre como si una telaraña les pasara por la cara en un ambiente como si les observasen en todo momento. Jaime cariño hoy te toca ir al colegio, ¿estarás contento no? ¡Vas a hacer nuevos amigos¡- dijo su madre. El niño un poco preocupado por el nuevo comienzo en su vida con lo que ello conlleva.
A Jaime le tocó ir al antiguo Joaquin Maria Lopez, el primer día el pobre Jaime ya era la burla de todos en clase, el pobre era un poco tímido y enfermizo.-¡Jaime, te toca leer! - le dijo el profesor, pero él estaba en las nubes, y como para no estarlo... En ese mismo instante a su lado apareció delante de él flotando una figura humana sin rostro, él paralizado del miedo, no le salían ni las palabras. - ¡Jaime castigado, fuera de la clase, ya! - Contestó el profesor entre las risas de sus compañeros. Ya fuera de la clase, Jaime con la cabeza baja, triste, giró por un momento el cuello y observó como la misma figura alta cruzaba el pasillo de un lado a otro hasta ir a los servicios. Jaime como era tan curioso fue a ver quién era esa extraña figura, entro poco a poco en los servicios, alguien había allí en un retrete, se escuchaban ruidos y como alguien sollozando, cuando de repente Jaime muy asustado fue a abrir la puerta, poco a poco hasta dar un fuerte empujón a la puerta, Jaime pudo oír un grito estremecedor.
Al salir del colegio, le esperaba su madre, Jaime salió junto al profesor agarrándolo de su pequeño y frágil brazo - Señorita, este niño es un caso y no atiende en clase - Dijo el profesor, - ¡Pero Jaime! - exclamó su madre.
Ya en casa su madre le castigó sin merendar. En su cuarto habían algunos muñecos entre ellos un pequeño payaso, a Jaime no le hacía mucha gracia ese muñeco, pero le tenía cariño por que se lo regaló su fallecido abuelo.
Cuando llegó su padre a casa, cenando le tocó otra regañina más - Jaime, tienes que estudiar es bueno para el día de mañana - le dijo su padre. Se hacía tarde y ya tocaba ir a dormir, Jaime todavía inquieto por lo que sucedió ese día no podía coger el sueño, de repente observó como el payaso parecía como si hubiera girado la cabeza hacia él, Jaime se tapó con la manta hasta la cara, cuando pudo oír unos extraños ruidos que procedía del payaso. Jaime se armó de valor y cogió al pequeño payaso y fue a tirarlo al patio, donde dicho patio estaba el cuarto de baño y la cocina. Al abrir la puerta, Jaime, pudo sentir mucho frío con una fuerte neblina y apareció un hombre alto, con más de dos metros de alto, con ropajes no acordes a su época y con las cuencas de los ojos vacías (era muy parecida a la figura que vio ese día en el colegio) al grito de: "Quiero lo mío" Jaime corrió hasta el cuarto de sus padres asustado. - ¡Que te ocurre Jaime! - Dijo su madre, - Hay un hombre en el patio - Contestó Jaime. Al salir los tres de la habitación, vieron a la abuela con cara de terror diciendo: "Darle lo suyo" - ¡Juana ya le vale asustar así al niño, usted ya está senil! - Le dijo el marido.
Pasaban los días y cada noche oían ruidos, voces y figuras extrañas, y como poco a poco el matrimonio se iba distanciando más y más. Una noche Jaime pudo observar como un hombre fantasmal estaba tirado en el patio destripado, el ser giró la mirada hacia él y le dijo: "¡Quiero lo mio!" Jaime cerró la puerta del patio y corrió a su cama. Al día siguiente el niño le dijo a su madre que vió como un hombre estaba con la barriga abierta y con cables (inocentemente refiriéndose a las tripas).
Como cada domingo, la abuela que era muy devota, fue a la iglesia de Santiago, a rezar y le pidió a Dios que por favor se fuera todo lo maligno de su casa, al terminar de rezar se cruzó con un hombre muy alto y con ropas antiguas, agarró del brazo a la abuela, - ¡Que no se os olvide... queremos lo nuestro! - Le dijo ese extraño hombre sin ojos. La abuela asustada echó a correr como pudo hasta su casa, nerviosa se puso en su mecedora con sus horquillas y ovillos, cuando de repente notó una fuerte sensación extraña difícil de explicar y unas risas diabólicas, empezó a temblar la casa con la mala suerte de caerle una pared encima. Al llegar a casa sus familiares pudieron ver el trágico accidente. Pasó ese angustioso día, y como no tenían dinero para ir a otro lugar, les tocó quedarse allí. Cenando nadie decía nada, hasta que Jaime, les dijo que ellos habían matado a la abuela. El padre se levantó de la mesa cabreado y se fue a su habitación. -¡Jaime, por favor! - exclamó su madre.
Se hacía tarde y Jaime no quería dormir solo, y le propuso a sus padres quedarse en su cuarto. A la madrugada, despertaron todos por unos fuertes ruidos en la cocina, fueron los tres a mirar y los platos, sillas y utensilios de cocina daban vueltas y chocaban, cerraron la puerta de la cocina y se dirigieron a la entrada de la casa, cuando de repente sintieron un fuerte temblor y escucharon esas risas diabólicas. Pudieron salir, pero no se sabe nada de ellos hasta el día de hoy.
Años más tarde lo alquilaron por un tiempo una peña de los Piratas, y podían observar como platos y demás se caían al suelo y también se podía escuchar la mecedora de la abuela. Después lo alquilaron los Abassies, y más de lo mismo. Dicen que al final fue alguien para limpiar la casa de malos espíritus y darles luz.
PD: De la mayoría de historias de terror de Villena, en la zona de las cruces es donde más he escuchado, así si alguno de vosotros vive por dicha zona, estar atentos, porque puede que os visite algún espíritu errante..

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